Ciudad blanca III

Cielo, sé que te quieres quedar con nosotros

Esa noche no durmió nada, sabía que era imposible rechazar ese viaje sin perder su empleo, pero también estaba seguro de que no hacerlo le llevaría a la ruina. Estaría arruinado moralmente. Su mujer e hijos le necesitaban. Nunca antes se había cuestionado el papel que desempeñaba en ese teatro que le esperaba al entrar en casa. Él llegaba y encontraba todo igual, no le importaba quién fuera la persona encargada de mantener tal orden en el hogar, no le importaba que sus hijos supieran cantar, dibujar, soñar, sumar... Lo único que le importaba era darles los recursos para sobrevivir, sin embargo no se había dado cuenta de que no todo tenía su base en la supervivencia.
El ser humano no sólo se compone de necesidades físicas, cada actividad le define como lo que es, un ser inteligente, con luz propia. No es menos importante formarse intelectualmente que comer. Es cierto que sin lo segundo sería imposible lo primero, pero ello no quiere decir que todo se fundamente en mantener la existencia.
Mateo había pasado toda su vida atado a unas normas y sirviendo a unas personas de escaso valor moral a cambio de un triste salario, su vigor se fue desprendiendo de él, pero su honestidad y honradez quedaron intactas. Era lo único que le separaba de sus superiores.
Que no os engañen sus lujosas pertenencias o sus falsas sonrisas y miradas de superioridad, su vida tiene menos entereza que la de un mendigo. Su existencia no vale una mierda para la sociedad. Son la lacra que impiden una igualdad real entre personas.

"Mientras siga teniendo a mi familia a mi lado no temeré nada". Con este pensamiento Mateo cayó en un profundo sueño.

El despertador sonó muy pronto, parecía no haber pasado ni diez minutos desde que cerró los ojos en compañía de su mujer. Se giró para verla. Estaba guapa incluso durmiendo, las marcadas ojeras de toda una vida de lucha y resistencia aumentaban el esplendor de su rostro. Formaban un conjunto perfecto, como si sus padres lo hubieran querido así. La naturaleza es muy caprichosa.

-Cariño, no tengo claro que hacer. Sé tu respuesta, pero quiero que la medites cinco minutos más.
-Cielo, sé que te quieres quedar con nosotros, sé todo lo que sufres y, por supuesto, sé lo mucho que te costó dormirte ayer. Tienes que decidir tú por la familia. Es lo que te corresponde como padre.
-No me puedes dejar sólo en esta elección. ¿Y si no encuentro otro trabajo? ¿Y si el que encuentro es peor? ¿Y si...
-Por una vez arriésgate.
-No me arriesgo yo solo, arriesgo a una familia entera. Si fallo en mi elección os aboco al fracaso. No podría seguir con esa tortura. Mi deber es proporcionar un futuro a mis hijos.
-Yo también puedo buscar trabajo.
-Todo el mundo nos mirará mal. Ha ganado Maura las elecciones. Mayoría conservadora...
-Conservadores o no en el poder, sigue habiendo el mismo machismo en la sociedad.
-Ese es otro cantar, y sabes perfectamente lo que pienso.
-Lo sé.

Mateo se levantó de la cama y fue a la cocina a desayunar. Con el estómago vacío no se puede pensar bien.

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1 comentarios:

Jorge Mateo. Con la tecnología de Blogger.
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