Una vida.


Una fiesta, un ligue, una novia, un coche, un trabajo remunerado, un ascenso, una casa, una familia que te quiere, un perro, un hijo y una hija, un jefe, unos amigos, muchos amigos, un bar, unos planes de futuro, unas vacaciones en Ibiza, una tele, un móvil que eche humo, unas fotos, unos recuerdos, unas anécdotas, una muerte tranquila a los noventa, un entierro digno; una vida.

Una fiesta a la que no has sido invitado, un rechazo, un golpe, una bici, un contrato basura, un despido, un ERE, una hipoteca, una discusión, un portazo, una familia que se rompe, una borrachera, un coma, una decepción, un aborto, un llanto, una adicción, un vicio, un problema, más problemas, un amor no correspondido, un cerebro carcomido por las drogas, por el odio, un paseo en soledad, una depresión, una crisis, un complejo, una manutención que pagar, unos hijos a los que no puedes ver, un delito, una temporada entre rejas, una enfermedad, una muerte por asesinato, por sobredosis, por traición, por suicidio, por conducción temeraria, por rebeldía, un entierro donde nadie te conocía de verdad; una vida.

Una sociedad que nos hace sacrificarnos por lo primero, pero nos hace propensos a lo segundo. Perversa ironía la que nos regalan. Mark Renton eligió no elegir nada, pero ésto no es una película, ni yo soy un heroinómano escocés. A la mierda con las elecciones, ya se improvisará algo cuando se acerque esa maldita fiesta.

CONVERSATION

3 comentarios:

Jorge Mateo. Con la tecnología de Blogger.
Back
to top