Me encuentro sólo, delante de la habitación 508, blanca y sin ninguna fuente de luz, algo que a simple vista cualquiera daría por imposible pero yo ya he visto suficiente. En la habitación hay un único objeto, una silla que parece como si hubiese sido utilizada para torturar. Algo se mueve por la habitación, imperceptible y muy rápido, me golpea fuerte y rompo la pared del fondo con el peso de mi cuerpo, me levanto y la miro, es bellísima, es... ella.

- Cielo, ¿por qué me haces esto?

Se acerca corriendo, y yo impasible la miro y me dejo golpear con toda la fuerza que tiene. Caigo inconsciente, el dolor se parece demasiado a un "te odio" o "te dejo de querer".

Me despierto entre sudores en mi cama, todo ha sido un mal sueño, ella sigue a mi lado. Alzo la vista y miro el techo de mi habitación, se ve el cielo negro de la noche y en él planetas enormes de miles de colores. Me levanto de la cama intentando no despertarla, pero las patas de la cama siempre están ahí y yo nunca las veo, me doy en el dedo pequeño del pie y se despierta.
- Cariño lo siento solo iba a...
- Cállate, no lo entiendes, estás atrapado en un sueño.
- No, esto es real, demasiado real para ser un sueño.
- Y si yo estuviera en lo cierto y esto fuera un sueño, ¿no lo convierte en más real que la misma realidad?
- En cierto modo sí, pero esto es la realidad.
- ¿Por qué?
- No sé explicarlo.
- Sientes, controlas tus actos y sensaciones, tiene pinta de ser real.
- Entonces...
- Tú decides si quedarte o irte.
- ¿En este sueño me quieres?
- Sí, mucho.
- ¿Sabes lo que he soñado antes?
- Lo sé, pero puede que fuera la realidad.
- ¿Y eso como lo sé?
- Somos humanos, nunca lo sabemos.

Observé el cielo y me dí cuenta que nunca había estado más seguro de una cosa que de ésta. No hay nada irreal.