Subterráneo II.

Marilyn era la dueña de la cabaña, y la mujer que me rescató. Bueno, eso creía yo en un primer momento. Pero cuando te despiertas atado a la cama de pies y manos, sabes que algo no va bien. Al principio, ni siquiera me di cuenta de que tenía una vía con suero inyectada en mi brazo; de esas que ponen a los enfermos en los hospitales. Después pensé que al haberme visto tan perjudicado por las drogas, me había puesto alguna clase de  sustancia para contrarrestarlas y me había enviado a dormir. Pero, ¿y por qué me había atado?

En el preciso instante en que mi cerebro empezaba a ver las cosas con una confusión tan nítida, Marilyn me trajo todas las respuestas. Entró por la puerta, dejando así que se colase un poco de luz en la habitación, la suficiente para darme cuenta de que estaba en una estancia sin ventanas y bastante sucia, la verdad. Encendió la luz y observé que eso no era una habitación, sino una despensa andrajosa hasta los topes de frascos llenos de líquidos extraños y figuras extravagantes. Y no estaba atado a una cama. Más bien eso era una camilla mugrienta.

Un fluorescente verdoso parpadeaba sobre nuestras cabezas, que se miraban fijamente. Era una mujer muy guapa, con unos inmensos ojos azules, pero había algo en su expresión que delataba que, obviamente, las cosas no iban a ir bien, y que yo no estaba atado a esa mierda porque la noche anterior hubiese tenido una crisis producida por los alucinógenos, y que el suero que colgaba de mi brazo no era medicina. Y que no iba a haber buenas noticias para mí en un largo período de tiempo.

Se me presentó como la Dr Marilyn Rodríguez, investigadora especializada en el campo de la genética molecular. Se atribuyó varios descubrimientos genéticos que en ese momento me parecieron tan evidentemente falsos como ridículos y retorcidos. Pollos bicéfalos, ovejas con ocho patas, insectos de enorme tamaño, perros zombies...Su sarta de patrañas duró varias horas, las cuales empleó para enseñarme sus avances en la teoría. Tendría que pasar un rato más antes de que me mostrase su primera aberración artificial. No mentía. Esa pobre y monstruosa rata no mentía. No era una alucinación, el roedor era una realidad latente y agonizante. No le quedaba pelo, y su piel se había vuelto grisácea. Una especie de tumores le estaban saliendo por la espalda. Marilyn dijo que eran alas. Todavía puedo oír los gemidos de aquel animal suplicando por una muerte rápida. Cuando por fin pude apartar la mirada de aquella criatura, me encontré con el rostro de la doctora mirándome, casi relamiéndose de tenerme allí.

"Lo vamos a pasar muy bien" fueron sus últimas palabras antes de que apagase la luz y me dejase otra vez solo en aquella puta despensa, con una rata mutante sobre mi camilla.

CONVERSATION

4 comentarios:

  1. sigueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee jaja
    Diego

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  2. Tranqui!! Que mañana sale la tercera entrada. La habría hecho ahora, pero el Madrid ha tirado más :D

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  3. Ya puedes dejar de esperar la tercera, y empezar a esperar la cuarta ;)

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Jorge Mateo. Con la tecnología de Blogger.
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