El cómo y el porqué



Francisco como todos los días se levantó a la misma hora, como todos los días desayunó un tazón de leche con cereales de miel, como todos los días vio la misma basura en la tele. Al terminar la hora de telebasura diaria bajó a la calle, dónde esperaba encontrar como todos los días a Marta. Esa era la única razón por la que siempre hacía lo mismo, porque él creía que si seguía una rutina nunca dejaría de verla, siempre aparecería ella.

Y así fue, allí estaba pero esta vez no estaba sola con su perro, había otro perro con ella, pero con forma humana y dándole un beso en los labios. La furia que sintió Francisco solo seria equiparable a cuando ves, impotente, como a tu hijo le es arrebatada poco a poco su vida por un dios que tienes que inventar para negar la autentica realidad.
Decidió romper con su rutina, viviría la vida sin tener que depender de si se encontraría con ella o no. Pasó un par de meses sin comer ni dormir casi nada.
Un día alguien le despertó de un sueño del cual nunca debería haberse desprendido, la sintió tan cerca... Se levantó y fue a abrir la puerta. Delante de él se encontraba aquel perro que le quitó todo, cada segundo que desperdiciaba por ver a Marta aquél perro lo tiró a la basura con un simple beso, y ahora tenía la desfachatez de acercarse a menos de un metro de él. Definitivamente el mundo estaba loco.
-Por favor tienes que ayudarme, tengo que ir urgentemente a ver a mi madre al hospital, no tengo coche ni hay taxis disponibles.
Francisco dudó un momento y se quedó mirándole sin saber que decir. Sin saber cómo se le escapó un "vale".
Tomó la carretera principal y condució hasta el hospital, solo tenía que haber girado a la derecha y ya hubieran estado, pero a Francisco se le pasó una idea por la cabeza, de pronto supo como acabar con tanto sufrimiento.
El velocímetro empezó a subir deprisa. 120, 130, 140, 150, 170... El coche se salió de la carretera y fue directo a un bosque.
-¡Para, para, por favor para! -Dijo el perro.
-Ya no hay vuelta atrás.
El choque fue terrible, el automóvil quedó incrustado en un árbol. Algo había salido mal, Francisco seguía vivo. Se miró las manos, estaba intacto. Miró al perro, no parecía tener pulso, ni respirar.Francisco volvió a casa y llamó a casa de Marta para decir lo que había pasado y enfrentarse a la jodida realidad.
-Lo siento, Marta, tu novio a muerto.
-Eso ya lo sé, hace mucho, has cambiado demasiado. ¿Qué has hecho con el coche que compramos tú y yo? Has salido tú solo con él esta mañana

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1 comentarios:

Jorge Mateo. Con la tecnología de Blogger.
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