La relatividad de la suerte.

Cuando la suerte te llame, secuéstrala. Átala a la cama y no dejes que se escape nunca. Y aunque te suplique por su vida y su libertad, no la escuches. Por puta. Y que la próxima vez no te trate así de mal. Cuando pasas por un mal momento, es muy fácil verlo todo negro. Y deprimirse se convierte en una adicción.

Pero para la mediocre mayoría de la humanidad, los baches son sólo etapas. Tarde o temprano, siempre se sale del túnel. Pero la espera hasta ver la luz de la salida es tan agobiante, que es demasiado fácil rendirse ante la adversidad. Adversidad, que es relativa, por supuesto.

Es increíble la facilidad del ser humano para considerar montañas los problemas que no son más que piedrecitas. Las desigualdades, el hambre, el medio ambiente, la hipocresía, las guerras, las represiones, la incultura...Eso son los verdaderos problemas. No el amor. No el fútbol. No el quedarse sin salir un fin de semana. Eso no son problemas, son solo malas rachas. Y tú eres idiota, por creerte que la vida te trata mal. Una de las muchísimas incoherencias de la sociedad en la que vivimos, supongo.

Pero hoy no he venido a protestar por nada. Eso se lo dejo a los sociólogos y a los economistas. Yo solo he venido a inyectar melancolía en tus venas, y que entiendas que las reflexiones de un adolescente son universales. Las penas no se ahogan, porque están por encima de la muerte, pero ignorarlas es sencillo. Coge a tu autoestima del fondo del armario y póntela. Los complejos desaparecerán solos, y sin haberlo notado, el túnel que tantas lágrimas te hizo llorar por dentro, habrá llegado a su final. Seguro que todavía te queda gasolina para llegar a tu destino.

Mientras coges fuerza para superar tu drama, yo creo que me voy a quedar un ratito más en la indigencia psicológica. Ese delicioso aroma autodestructivo es demasiado irresistible para mí. Nos vemos a la salida. Suerte.

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2 comentarios:

Jorge Mateo. Con la tecnología de Blogger.
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