Tristes pensamientos.

Mediocridad como forma de vida. Reflexiones bucólicas como lastre a lo pragmático. No hay un solo día que no me arrepienta de no haber hecho algo. Cualquier cosa. Repasar los últimos apuntes de filosofía, hablar con un viejo amigo, expresar mis sentimientos, proclamar mis ideales...Pero siempre pierdo el tiempo en los mismos viejos pensamientos. A cada cual más retorcido y siniestro, más imposible. Siempre pensando, siempre soñando. Si me diesen un céntimo por cada minuto de mi vida malgastado, sería rico.

Las ideas hacen orgías en mi cabeza, pero a la hora de la verdad, de demostrar que realmente tienen un componente práctico, el miedo escénico las asesina sin compasión, las descuartiza, y las echa a un pozo donde se van formando los nuevos monstruos. Un brazo de una idea, una pierna de otra. La columna vertebral de aquel boceto que me habría servido tiempo atrás como el guión de mi vida. Todo para que al final, ese monstruo no sea más que una horrenda y perversa antología de mis ideas más sórdidas. Y que, para no faltar a la tradición, tampoco sirve para nada. Bueno sí, para diezmar mi autoestima en los días borrascosos.

Las palabras se las lleva el viento, pero si una persona no es capaz de articularlas, supongo que se quedarán para siempre en la memoria. No hay crisis, sólo vértigo a no salir del pozo, y el momento en que mi monstruo lo consiga, Dios me dedicará el octavo día.

El bicho arriesga esta noche, y desde el fondo de la caverna se oyen cuernos de guerra. Será mejor echar el cerrojo y esconderle un tiempo más; y rezar porque no le salgan alas.

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2 comentarios:

Jorge Mateo. Con la tecnología de Blogger.
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