El film nos presenta cómo un empresario nazi se aprovecha de la situación de crisis mundial, y recurre a los judíos como mano de obra barata para obtener más beneficios. No sintiendo ninguna empatía especial, a medida que va avanzando la historia, el protagonista se sumerge en un lento viaje de reconversión, donde se nos acaba mostrando que puede llegar a ser mucho más humano que cualquiera que se las tilde de buena persona. Al principio, solo se mueve por el egoísmo de mantenerse a flote y seguir viviendo bien, pero las dosis de cruenta realidad ofrecidas por un campo de concentración, le hacen cambiar su manera de ver la vida, y acaba dándolo todo por aquellos que alguna vez fueron sus explotados. Y por los que no lo fueron, también.

Por otra parte, está el sadismo a veces exagerado de Amon, sin duda uno de los personajes más odiosos  y degenerados de Spielberg, por no decir el que más. Su falta de bondad y su psicopatía le hacen totalmente impredecible.

Con escenas crudas y pasajes con mucho sentimiento de por medio, me parece todo un acierto el que esté rodada en blanco y negro, con sus respectivas excepciones al principio y al final. Dura bastante, pero en todo el tiempo, no he mirado ni una sola vez el reloj, y creo que eso es una buena señal. Película cien por cien recomendable (siempre desde mi punto de vista), para todo aquel que todavía no la haya visto. 

Por último deciros algo que ya sabéis, y es que si queréis dar vuestra opinión, estáis tardando.