Subterráneo I.

El coche se había quedado sin gasolina en el peor momento. El invierno gélido de las zonas próximas al Círculo Polar Ártico era tan agradable como una resaca de domingo. Además, las bujías se habían roto, y la calefacción estaba agotando la batería del vehículo a un ritmo alarmante. No había un refugio en quince kilómetros a la redonda, y la nieve ya empezaba a empañar los cristales. Y, para rematar la noche, el móvil se había quedado sin batería. Aunque dudo que tuviese cobertura en aquel camino alejado de la mano de Dios.

Lo más lógico en semejante situación habría sido ponerse de los nervios, o por lo menos empezar a pensar alguna manera de buscar ayuda. O refugiarse en el coche hasta que se hiciese de día, y poder continuar a pie. Pero cuando vas de alucinógenos hasta el culo, y de alcohol hasta la nuca, todas esas cosas no te parecen más que tonterías para débiles. Maldita la hora en que se me ocurrió salir de mi coche.

No recuerdo con exactitud cómo llegue, ni cómo fui capaz de atravesar el tupido bosque blanco, y tampoco como aguanté la ventisca sin congelarme, pero el caso es que mis ojos toparon con aquella cabaña a unos doscientos metros de mi posición. O todo formaba parte de una alucinación producida por las drogas, o era el hombre más afortunado de La Tierra. Ni una cosa ni la otra, aunque habría dado una pierna porque hubiese sido lo primero como mínimo.

Todo lo que ocurrió a continuación forma parte del episodio más horrible y misántropo de mi vida con diferencia del segundo. Absolutamente todo quedó grabado en mi memoria, y por si alguna vez se me olvida, no me faltan cicatrices que me lo recuerden.

Todo empezó cuando Marilyn abrió la puerta para recibirme.

CONVERSATION

2 comentarios:

Jorge Mateo. Con la tecnología de Blogger.
Back
to top